La transformer Sandra Colakovic se dio cuenta de que algo debía cambiar en su vida cuando una tarde, al tender la ropa, notó que todas las prendas que colgaba eran pijamas.
-¡Crisis!- dice ahora mientras cuenta su historia, el relato común de cualquier trabajador freelance cuya jornada laboral transcurre íntegra entre las cuatro paredes de su casa. Cuando lo recuerda, Sandra se ríe, se tapa la cara. No aparenta sus 42 años.
– Solo me faltaba un gato y entonces lo próximo…iba a ser morirme. Pero Sandra no se compró un gato ni se murió: lo que hizo fue hacerse una lista de lugares de coworking en Barcelona y visitarlos uno a uno. transforma bcn, fue uno de los primeros.
– Y cuando lo vi, me encantó, me dio buen feeling. ¡Este sitio tiene mucha vida! La parte artística del espacio fue algo que le cautivó: Sandra recorrió aquel día la planta destinada a las mesas dede los coworkers, y le gustó que hubiera una latita con caramelos, una planta, un pote con lápices; recorrió la planta baja, y se fijó en el cuadro que hay en la puerta del baño, en la estructura acristalada de la sala de reuniones, en el maniquí del pasillo, la mesa de ping pong… Así que unos días más tarde Sandra se instaló en uno de las mesas de Transforma Barcelona.
Desde noviembre del año pasado, si alguien entra a nuestro coworking de 10 a 19 podrá verla allí: cómo sus rizos rubios sobresalen detrás de la pantalla gigante de su Mac. Con su ordenador realiza trabajos de diseño gráfico (diseño editorial, de packaging, etc.) desde la empresa que lleva su apellido: Colakovic. Apellido bosnio-herzegovino, como lo es ella y su familia, que llegaron desde Sarajevo en 1993.
– ¿Qué es lo que más te gusta, Sandra? – la pregunta. Ella ladea la cabeza, mira al techo. Y entonces se le oye decir, con ese sutil acento que a estas alturas es inexpugnable, cosas como: “salir de casa”, “la semana pasada hice un curso aquí sobre cómo promocionar mi marca”, “no estar sola”, “las exposiciones”. “En transforma sales de la cáscara”, sigue, “abres tu mente y te enriqueces de otras gentes y sus experiencias, lo cual te nutre también a nivel creativo”.
Cuando se terminan las preguntas, Sandra sonríe otra vez. Levanta el dedo índice y dice: “Y, lo más importante, desde cuatro meses, en mi casa, los pijamas solo se usan de noche”.